Maria Nicolau, la indomable
La cocinera y escritora Maria Nicolau acaba de publicar su segundo libro. No se lo pierdan porque vuelve a ser un puñetazo en la boca del estómago de los pusilánimes
¡Quemo!, es lo que se podía oír en las cocinas de los restaurantes como aviso, cuando un cocinero movía una olla o una sartén -caliente como el infierno-, a sus compañeros para que despejaran el camino y no se produjera un accidente que terminara con quemaduras de tercer grado, cosa que -como se pueden imaginar- no siempre se lograba evitar. La vida en las cocinas ha sido siempre una vida de ardores, pero -vaya- como lo es la vida en general.
No sé si sigue siendo habitual escuchar esta advertencia en las cocinas de hoy en día, pero desde el pasado 3 de abril, ¡Quemo! Memorias de una cocinera (en castellano) y simplemente Cremo! (en catalán) también es el título del segundo libro de
que, para aquellos que no lo sepan, publica aquí mismo la newsletter en catalán, además de una columna semanal en El País Gastro. Por si todo esto fuera poco, con la televisión pública catalana ha hecho Cuina Salvatge, una serie de, podríamos decir, cápsulas de menos de 10 minutos de duración, en la que la cocinera y escritora explica desde cómo hacer croquetas, hasta como comprar pescado sin morir en el intento.La serie tenía que tener una segunda temporada, pero por lo visto finalmente no será así, porque TV3 ha apostado, para sus contenidos gastronómicos, por Arnau París, el flamante ganador de la novena edición de Masterchef. Lo de la tele pública catalana haciéndole la promo a la española, es un plot twist que, sinceramente, no vi venir. Y eso sin negar las virtudes culinarias que puedan adornar a París, del que lo desconozco todo porque no soy carne de audiencia de Masterchef, sino más bien todo lo contrario. Solo quiero apuntar aquí que Masterchef es un programa que transmite unos valores muy distintos de los que defiende Maria Nicolau. Y sí, por distintos, quiero decir, en este caso, peores.
Pero bueno, la decadencia y frivolidad en la que se encuentran los medios de comunicación públicos en Catalunya es un poco el signo de los tiempos. Y que nadie se engañe. Esto no tiene nada que ver con la independencia, ni con el procés, ni mucho menos con el empeño y compromiso de sus trabajadores, sino con la absoluta mediocridad de los responsables de los propios mandamases de la Corpo y de una clase política que nunca había mostrado un nivel tan bajo. Pero vamos a lo que hemos venido.
Como pueden ver, Maria Nicolau no se puede estar quieta. En 2022 publicó Cuina! O Barbàrie, su primer libro, del que ha vendido 30.000 ejemplares y unos 5.000 de la traducción al castellano, que salió un año más tarde. Para muchos -hay gente que me lo ha dicho- Maria ha sido todo un descubrimiento, pero para los que la conocemos desde hace años, toda esta efervescencia es la constatación de que, por un lado, estamos ante una de las escritoras y comunicadoras gastronómicas más potentes y originales aquí y ahora. Y por otro, de que es posible escribir y hablar de gastronomía de otra manera y desde otro punto de vista y tener éxito, o lo que es lo mismo, tener una audiencia que pague la fiesta. Ambas cosas las he defendido con ardor guerrero aquí y en otras partes, así que no voy a insistir. solo añadiré que ya era hora.
En Cocina o barbarie, Maria hacía una declaración y exposición de principios, además de tocar a arrebato para que volviéramos a cocinar. Esas páginas fueron como si Maria nos dijera que esos eran sus principios y que si no nos gustaban, pues que lo sentía (o no), pero que no tiene otros. En ¡Quemo! la cosa vira hacia terrenos más personales y la Nicolau explica que es lo que la ha llevado a ser lo que es. Y, de nuevo, si no nos gusta, pues ajo y agua, porque le ha costado mucho. La propia autora me decía que creía que ambos libros deberían leerse prácticamente de forma simultánea, pues pensaba que así se entendían mejor. Estoy de acuerdo.
Se ha hablado estos días largo y tendido sobre lo que cuenta el libro, así que no me extenderé demasiado. Solo unas líneas para decirles que ¡Quemo!, va mucho más allá de lo memorialista. No son solo las vivencias de una cocinera profesional, sino que hay mucho más: principalmente una reivindicación de la cocina como artesanía y una muy buena reflexión, hacia el final, sobre qué es la cocina catalana y lo que debe seguir siendo: popular y hecha día a día. El toque de arrebato, el grito y el golpe sobre la mesa y la convicción, todo ello permanente en el discurso de Maria, de que la cocina importante es la doméstica, que todos los restaurantes del mundo podrían cerrar mañana mismo, pero que la catástrofe de que no se cocine en casa es algo que no nos podemos permitir. Y siempre, claro, maravillosamente bien escrito y contado.
Les decía al principio que Maria Nicolau es la voz más clara y potente del panorama gastronómico, entendido este geográficamente in extenso. Un golpe de aire fresco necesario y que espero que anime a muchos otros a transitar la comunicación gastronómica desde otros caminos, y a muchos otros editores a publicar obras que vayan por esta senda que Maria ha abierto, aunque no vendan tantos libros. No todos podemos ser Maria Nicolau. Ya hay quien lo está intentando, pero eso lo dejo para otro día.
Y en lo personal me alegro muchísimo de que a Maria le vaya tan bien porque, por si no les había quedado claro, Maria es amiga mía de bastantes años atrás. Sé lo que le ha costado llegar donde está, cuenta algo de eso en el libro. Sé que nadie le ha regalado nada y sé que donde ella no ha dejado doblegarse, muchos otros hubiéramos dicho basta y nos hubiéramos bajado del barco o la cabeza. Es una de las personas más brillantes y cultas que conozco. Pero lo que más admiro de ella son su determinación y el apego inquebrantable a sus principios. Porque, claro, ¿si renunciamos a lo que creemos con toda la firmeza, qué nos queda? Alguien me dirá que ese el primer paso hacia la intolerancia y la demagogia, y que el mundo está lleno de matices y de grises, que no todo es blanco o negro.
Pero el relativismo moral, que reconozco que a veces practico y me aplico a conveniencia, tampoco es la solución. En algún lugar y momento hay que trazar esa línea roja que no se puede cruzar, y lanzar esos directos a la boca del estómago de los pusilánimes. Y eso Maria, estimada, ho fas millor que ningú.
Léanla, no se la pierdan. Lo pueden comprar aquí