La erótica del poder
Hay gente que poniendo a parir un restaurante se siente poderosa, pero es el síndrome del llorón y vanidad y cincuenta cosas más que no tienen nada que ver con el poder
Alguien va a un restaurante, come y después -casi con toda seguridad- siente un impulso irrefrenable de contarlo en alguna de sus redes sociales. Comenta que la comida bien en general, que incluso algunos platos fueron extraordinarios, otros muy buenos y algunos buenos sin más. Pero que -hay gente que siempre tiene un pero- las sillas, la vajilla, los c…
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Reflexiones de un gastrónomo angustiado
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