Gastronomía redneck
Alguien ha tenido la brillante idea de incluir el gazpacho dentro del corpus de la cocina catalana. Algunos hemos manifestado nuestra extrañeza y otros han sacado la xenofobia a pasear.
Hay que reconocer que las cuestiones alrededor de la identidad siempre levantan ampollas. Y las de la identidad nacional aún más. Pero como aquí nos va la marcha, pues hoy nos vamos a meter de lleno en este jardín o, puesto que aquí se habla básicamente de gastronomía, quizás sería más acertado hablar de berenjenal.
Hace unos meses, la Fundació Institut de la Cuina Catalana i de la Cultura Gastronòmica decidió incluir el gazpacho (gaspatxo en catalán) dentro del Corpus del patrimoni culinari català. Para a todos aquellos que todo esto les suene a chino, les cuento que dicha fundación es una más de esas instituciones inútiles que los catalanes tenemos que soportar. Ya sé. En todos sitios cuecen habas, y en todas partes hay entes, oficinas y agencias que nadie sabe muy el por qué de su existencia. Por ejemplo, en Madrid tienen la Oficina del Español, esa que se creó para darle una paguita a Toni Cantó. Caso sangrante, porque Cantó es, básicamente, un iletrado. Así que la cosa tiene guasa.
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