El Metropolitan de la Costa Brava
El próximo 15 de junio abre, por fin, El Bulli 1846, el mítico restaurante convertido en museo. Me pregunto si es posible museizar lo que significa comer en un restaurante a 27,50 euros la entrada.
Han pasado doce años desde que cerraron El Bulli para volver abrir El Bulli, en este caso renombrado como El Bulli 1846 y que no será un restaurante, sino un museo en el que lo único que se comerá será conocimiento, según ha dicho el mismo Ferran Adrià. Llámenme hater o lo que quieran, pero me parece una afirmación muy pretenciosa. Más que nada porque conocimiento es lo que hay en cualquier museo del mundo; es para lo que la humanidad los inventó. Como los libros, las bibliotecas o las librerías, las escuelas, las universidades…
Pero sin duda va a ser un museo peculiar. El primero dedicado a un restaurante y -conviene no olvidarlo- a un cocinero vivo. Probablemente, El Bulli sea el único restaurante del mundo que merece de verdad un museo, dada la innegable importancia de lo que allí sucedió desde mediados de los 1980 y hasta el 30 de junio de 2011, cuando se celebró la última cena, bautizada en este documental como el último vals. Solo existe un precedente de un cocinero que tenga un restaurante dedicado a su persona. Se trata del Musée August Escoffier, en Villeneuve-Loubet localidad que vio nacer a Escoffier y que abrió en 1998, mucho después de la muerte del cocinero en 1935. No hace falta notar, imagino, el guiño, guiño, codazo de que el de Cala Montojoi se llame El Bulli 1846.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a Reflexiones de un gastrónomo angustiado para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.