Cuando los cocineros dicen que ya han tenido suficiente

En poco tiempo cuatro cocineros han dicho que lo dejan o que en poco tiempo lo dejaran. Se ha acabado entender la cocina como un sacerdocio y la gastronomía tiene otros horizontes que explorar

No sé en el resto del mundo, pero en Catalunya llevamos una racha de cocineros que, con poco tiempo de diferencia, han anunciado que lo dejan, que ya han pasado suficiente tiempo entre fogones y que cierran sus restaurantes, que dejan de cocinar para dedicarse a otras cosas o que tienen intención de jubilarse en, más o menos, poco tiempo. Hay dos cosas que los une a todos estos y que, según ante qué ojos, puede hacer que su decisión sea más inexplicable: son jóvenes y su restaurante o el local en el que trabajan va bien o como mínimo se van a ir sin dejar ningún pufo a nadie.

El primero fue Oriol Ivern quien anunció que en cinco años su intención es jubilarse y dejarlo. Luego vinieron Pau Gener, del restaurante Vinòmic en La Garriga que dijo que cerraba, y luego Pau Gascó anunció el cierre de su Petit Pau, en Barcelona, cosa que sucederá en junio. Y la última ha sido Maria Nicolau que el 31 de marzo dejará de ser la cocinera de El Ferrer de Tall, en Vilanova de Sau. Oriol tiene 47 años y es, creo, el mayor de los cuatro. El resto hace muy poco que entraron en sus cuarenta.

¿Qué está pasando? ¿Por qué en tan poco tiempo cuatro cocineros a los que les va bien e incluso muy bien deciden que ya han tenido suficiente?

Se suele decir que desde fuera es más fácil tener una visión más objetiva de cualquier fenómeno observable, lo cual es una media falacia porque la premisa no siempre se cumple y, en ocasiones, lo que se obtiene es una visión distorsionada. Sobre todo en aquellas cosas en las que la materialización de lo observable se produce en un contexto diferente de aquel en el que el observador final lo contempla. Me explico: el disfrute de una liebre a la royale se produce en un contexto y unas circunstancias muy diferentes de aquellas en las que se ha elaborado.